El Grupo Vacazur Hermanos, nacido hace 26 años en el corazón de la Puna salteña, pasó de ser un emprendimiento familiar a convertirse en una de las empresas indígenas más sólidas del sector minero. Con más de 150 trabajadores —en su mayoría de comunidades originarias— hoy sostiene un modelo de desarrollo que combina identidad, profesionalización y compromiso social.
Actualidad01/12/2025
Aire Argentino Minero
En el corazón mismo de la Puna salteña —donde la vida se forja entre viento, sal y silencio— una familia transformó su historia en una herramienta de crecimiento colectivo. El Grupo Vacazur Hermanos (GVH), integrado por Luis, Vilma, Cristian, Ramiro, Amalia, Magui, Johana y Romina —hijos de Doña Pascuala y Don Benito— es hoy uno de los ejemplos más sólidos de empresa indígena que logró profesionalizarse y ocupar un rol estratégico en la minería argentina.
Un crecimiento sostenido con alma indígena
Lo que hace 26 años comenzó como un pequeño emprendimiento familiar se convirtió en un grupo consolidado que emplea a más de 150 trabajadores formales, la mayoría pertenecientes a comunidades originarias de San Antonio de los Cobres, Olacapato, Tolar Grande, Salar de Pocitos y otras zonas puneñas. Todos están registrados, capacitados y con posibilidades reales de ascenso en un territorio donde el empleo formal suele ser un desafío cotidiano.
Este dato no es menor: representa la demostración concreta de que desarrollo y pertenencia pueden caminar juntos.
Tres pilares que sustentan el modelo
El crecimiento de GVH y su empresa asociada, Nuevo Bus, se sostiene sobre tres ejes que no suelen convivir en otras estructuras empresariales:
Identidad indígena como raíz y motor del proyecto.
Profesionalización constante, con certificaciones, formación técnica y capacitación específica en alta montaña.
Compromiso social y ambiental, donde las comunidades no son espectadoras del progreso minero, sino protagonistas activas.
Gracias a esta estructura, la empresa pasó de servicios básicos a convertirse en un proveedor estratégico en logística, transporte, seguridad vial, rescate y emergencias para compañías internacionales como Rio Tinto, First Quantum Minerals y otras operadoras del Triángulo del Litio.
Pero la clave está en la visión: que el desarrollo minero no llegue impuesto desde afuera, sino que crezca desde adentro.
Hoy ese concepto se traduce en decenas de jóvenes formados como conductores de alta montaña, técnicos, operadores y rescatistas. Lo que antes era un sueño lejano ahora es una salida laboral concreta para familias enteras.
Un gesto que vuelve al origen
Durante los últimos meses, uno de los hechos más significativos fue la entrega de una Toyota Hilux 0 km a la comunidad kolla de Olacapato. Para algunos, un simple acto solidario; para la Puna, un símbolo profundo:
Simboliza pertenencia.
Simboliza gratitud.
Simboliza el círculo que vuelve a cerrarse donde todo comenzó.
Luis Vacazur lo resumió con una frase contundente: “Nunca quisimos una propina. No quisimos salir en fotos de turistas. Queríamos construir desde adentro, como protagonistas”.
Un modelo que ya se replica en toda la región
Además de Olacapato, el grupo articula de manera constante con comunidades de: San Antonio de los Cobres, Tolar Grande, Salar de Pocitos, Santa Rosa de los Pastos Grandes, Campo Quijano.
El aporte es transversal: empleo genuino, fortalecimiento económico y participación directa en el desarrollo minero. El resultado es un modelo de gestión comunitaria empresarial que pocas provincias han logrado consolidar.
El desafío que viene
GVH y Nuevo Bus representan una nueva etapa para la Puna: empresas indígenas, formales, profesionalizadas, con estándares internacionales, pero profundamente comprometidas con su raíz cultural y su territorio.
Con más de 150 trabajadores, presencia en los principales proyectos mineros y un compromiso ambiental creciente, la familia Vacazur demuestra que el desarrollo sostenible no es un eslogan: es una tarea cotidiana que empieza donde siempre debió empezar… en la propia comunidad.
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