
Durante dos jornadas, especialistas del sector público, académico y privado debaten los desafíos energéticos del NOA en un contexto marcado por la transición energética y el crecimiento de la actividad minera.
Empresas del país vecino buscan participar en proyectos de servicios y operación minera en Argentina. Mientras crece la tensión por las declaraciones de referentes trasandinos, el Tratado Binacional emerge como una herramienta estratégica.
Actualidad05/06/2025El creciente impulso que cobró la minería de cobre en Argentina no ha pasado desapercibido en Chile, país con amplia experiencia en el sector y considerado líder global en producción de este mineral. Sin embargo, el renovado interés chileno por cruzar la cordillera e insertarse en proyectos argentinos generó reacciones encontradas.
En declaraciones recientes, el presidente del Consejo Minero de Chile, Joaquín Villarino, afirmó que “los argentinos no son buenos en minería” y que van a necesitar que los chilenos “les expliquemos cómo se hace esto”. Si bien el tono fue interpretado como provocador por muchos actores locales, el trasfondo del comentario revela una clara intención de desembarco empresarial chileno en el territorio argentino, con foco en servicios mineros, transferencia de know-how y eventuales asociaciones estratégicas.
Una de las compañías que ya proyecta su expansión hacia Argentina es Schwager, firma con trayectoria en la minería del carbón y que en los últimos años se reconvirtió al rubro de servicios mineros. Actualmente opera en Perú y México, y apunta ahora a participar en todas las licitaciones mineras que se realicen en el país.
“Tenemos plena conciencia de que los minerales son indispensables para el futuro de la humanidad. Entonces, mirar más allá de Chile es un acto natural”, señaló Álex Acosta, gerente general de Schwager, al Diario Financiero.
Sobre Argentina, Acosta fue categórico: “Nos tiene muy contentos lo que está pasando. Hay una definición sistemática por parte del gobierno que hace muy atractivo invertir allá”. Además, confirmó que la compañía buscará asociarse con firmas locales para replicar el modelo de cooperación binacional que ya aplican en Perú.
El desembarco chileno, sin embargo, despierta resistencias en sectores provinciales argentinos, especialmente en San Juan y Salta, donde existe una fuerte demanda de que las leyes locales prioricen la contratación de mano de obra y servicios locales. A esta discusión también se suman actores de Mendoza, que aspiran a tener protagonismo en tareas de exploración y sondajes.
La preocupación gira en torno a que el ingreso de capitales y servicios extranjeros podría relegar a proveedores locales, en un contexto donde la minería aparece como uno de los principales motores de crecimiento económico en el norte argentino.
La controversia por la participación extranjera se inscribe también en el marco del Tratado Binacional Minero entre Argentina y Chile, firmado en 1997. Este instrumento permite el desarrollo conjunto de proyectos mineros en zonas fronterizas, compartiendo infraestructura, logística y pasos internacionales.
Un ejemplo concreto es el proyecto Vicuña, impulsado por el Grupo Lundin, que apunta a integrar los activos que posee en ambos países (entre ellos, Candelaria y Caserones en Chile) con el desarrollo de Josemaría y Filo del Sol en Argentina. La estrategia permitiría optimizar costos y logística, especialmente en un país que, según un informe reciente de la Secretaría de Minería de la Nación, presenta severas deficiencias en infraestructura clave para el desarrollo del sector.
Este punto fue subrayado por el CEO de Barrick Argentina, Marcelo Álvarez, quien advirtió que el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) “no es suficiente” si no se resuelven cuestiones estructurales como caminos, energía y conectividad.
Entre las posibilidades que alimentan la expectativa chilena, sobresale el proyecto El Pachón, actualmente en manos de Glencore, y por el cual la chilena Antofagasta PLC —una de las mayores productoras de cobre del mundo— ha expresado reiterado interés. El avance en esa operación dependerá, en parte, de los movimientos que surjan del análisis de una posible fusión entre Glencore y Río Tinto.
Con estos elementos sobre la mesa, es evidente que el desarrollo del cobre en Argentina no se dará en soledad. La experiencia, la infraestructura y la ambición de las compañías chilenas pueden representar tanto una oportunidad como un desafío para la industria minera nacional. La clave será encontrar un equilibrio entre la atracción de inversión extranjera y la defensa del desarrollo local, en un rubro que se perfila como estratégico para el futuro económico argentino.
Durante dos jornadas, especialistas del sector público, académico y privado debaten los desafíos energéticos del NOA en un contexto marcado por la transición energética y el crecimiento de la actividad minera.
Siete iniciativas energéticas y mineras recibieron el visto bueno por más de u$s13.000 millones, una fue rechazada y doce continúan en evaluación. La expectativa del sector es que el régimen se prorrogue hasta 2027.
El proyecto Taca Taca posiciona a la provincia como uno de los pilares estratégicos para el futuro del cobre en Argentina.
Los días 3 y 4 de septiembre, la Usina Cultural recibirá a referentes del sector energético, académico y empresarial en un encuentro clave para planificar la infraestructura eléctrica que demanda el crecimiento regional.
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¿Revolucionará Salta la transición energética global con su liderazgo en litio? Río Tinto recibió la autorización ambiental para el proyecto Rincón Litio, que producirá 50 mil toneladas anuales.
San Juan se consolida como epicentro minero. Glencore apuesta USD 13.500 millones en El Pachón y Agua Rica, mientras Vicuña podría marcar la inversión más alta en la historia del país.
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